Crear el carácter de cada muñeca es un proceso muy personal e intuitivo. La inspiración surge de diversas fuentes: las emociones, la naturaleza y los instantes fugaces que nos regala el mundo que nos rodea. Todo comienza con una sensación o un estado de ánimo que deseo transmitir. Pienso en la expresión del rostro, el lenguaje corporal, los detalles de la ropa y los accesorios — todo esto ayuda a revelar el mundo interior del personaje. Para mí, cada muñeca es como una historia viva: tiene su propio pasado, sus emociones y experiencias. Este proceso es una combinación de decisiones artísticas y empatía, una inmersión en un mundo imaginario de feminidad donde habita cada una de mis heroínas. Creo que la individualidad y la profundidad interior son lo que hace que una muñeca sea verdaderamente cautivadora.
Mis muñecas son mujeres. Me inspiro en la mujer — en su fuerza natural, su suavidad y la magia interior que existe en cada una de nosotras. En mi obra, a menudo exploro temas de emociones, recuerdos y el mundo interior oculto. Y es precisamente el universo interior femenino lo que se convierte en la base de muchas de mis ideas. A través de él me descubro a mí misma y también al mundo que me rodea.
Trabajo con distintos materiales — flumo, porcelana, arcilla polimérica y poliuretano. Pero la porcelana ocupa un lugar especial en mi corazón: aporta a la figura delicadeza, refinamiento y una belleza frágil.
Las personalidades de mis muñecas nacen poco a poco. Comienzo con una idea, pero durante el proceso de creación parecen cobrar vida y mostrarme cómo desean ser. Es una sensación maravillosa — ver cómo de un material surge un personaje vivo.
Para mí, la armonía de todos los elementos es importante — la idea, el personaje y la emoción. Pero si tuviera que elegir lo principal, sería sin duda la emoción. Ella llena de vida a cada muñeca, la hace única y deja una huella en el corazón.